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Crónica de una caída anunciada

Escribo estas líneas con suma tristeza, no con espíritu de crítica ni revancha,  escribo viendo el desperdicio de tiempo y esfuerzo, en un proyecto que en sus orígenes estaba lleno de luces y la impericia en la gestión o la desidia, o vaya saber que designios oscuros eclipsaron el progreso y la mejora de la informatización de la justicia.

Una actitud autista sobre la realidad tecnológica y la inconsciencia o ignorancia de lo que significa desarrollar y mantener un sistema crítico como puede ser el lex-100 derivaron en lo que hoy vivimos y sufrimos todos (como puede verse aquí).

Me da vergüenza ajena que alguien salga a decir que uno de los sistemas más críticos de la Argentina se cayó porque “fallo un equipo». Esto demuestra una ignorancia supina de lo que significa la redundancia en un sistema de estas características.

No es falta de inversión, es falta de conocimiento o por lo menos falta de ganas.

La operatoria judicial debería tener por lo menos un DR Site, (Disaster Recovery), es decir una infraestructura paralela para que en caso que fallara algún componente o se produjera una catástrofe, se pudiera seguir operando.

Las noticias periodísticas no detallan el origen de la falla, y las mentes mas conspiradoras, hablan de una intencionalidad. 

No voy a ir tan lejos, lo que sí puedo decir es que la arquitectura del sistema es por los menos pobre.

Un sistema como lex-100 que da soporte a todos lo juzgados del país, claramente no debe ser un sistema monolítico, sino que debe ser un sistema distribuido, y en el caso de que sucediera un desastre, por lo menos, alguna parte del sistema judicial puede seguir funcionando.

La migración desde el papel al medio electrónico, fue tildada de por muchos operadores judiciales como “tirada de los pelos”. Creemos que como país, nos merecemos un trabajo serio tanto de adaptación del sistema penal al medio informático y la administración de la información, así como los proceso tecnológicos que los respaldan.

Estos procesos de adaptación deben manejar no solo el desarrollo de los proyectos en los casos fortuitos, sino también en las contingencias, entender el estado del arte o Status Quo de los usuarios, y una migración paulatina, capacitando e integrando a toda la comunicada judicial a la nueva realidad. Cosas muy forzadas como las comunicaciones electrónicas y la identificación por CUIL/CUIF/CUID (esta dos últimas siglas inventadas para salvar la faltas de diseño del lex-100), muestran decisiones de diseño pensada para terminar un proyecto, con los objetivos que el lector quiera asignarles, mas que en un trabajo profesional que busca una justicia célere y eficiente.

Espero esperanzado que las autoridades del Consejo de la Magistratura y La Corte, se apoyen en el conocimiento de los expertos con que cuenten entren sus filas, o en el caso de ausencia de estos conocimientos, basados en lo que nos puedan consultar a los profesionales de este campo, vean qué y cómo hacer para mejorar esta realidad. Que se consulte con otras organizaciones y luego se forme un consenso para la modernización de la justicia, teniendo en mente al operador judicial y al ciudadano, dejando de lado los egos y las conveniencias particulares. Que reine la humildad y el progreso en un nuevo proyecto serio y profesional.

Señores, tenemos sistemas mucho mas robustos para compartir fotos de nuestros hijos o publicaciones de vídeo graciosos, que para darle soporte a la operatoria judicial. Esto, yo por lo menos, lo considero triste.

Como comencé el post, esto fue una crónica de una caída anunciada porque los informáticos, hace años venimos marcando las deficiencia del sistema, no del software, sino del sistema completo. Esperemos que este evento haga entrar en conciencia a las altas autoridades y comencemos juntos a transitar el camino de la mejora.

Diógenes A. Moreira